... En cuanto al origen de la enfermedad, dijo:
"Las enfermedades orgánicas, tales como nosotros las conocemos, son un resultado y un producto final; son la última etapa de algo mucho más profundo. La enfermedad se origina por encima del nivel físico, más cerca del plano mental, y es enteramente el resultado de un conflicto entre nuestro Yo espiritual y nuestro Yo mortal. En la medida en que éstos se encuentren en armonía, gozamos de perfecta salud, pero tan pronto como entran en discordia, surge lo que conocemos por enfermedad.
La enfermedad es pura y exclusivamente correctiva; no es vengativa ni cruel, sino el medio adoptado por nuestras propias Almas para señalarnos nuestras fallas; para evitar que cometamos más errores; para encauzarnos de vuelta por el sendero de la Verdad y la Luz, del que nunca deberíamos habernos apartado.
La enfermedad es, en realidad para nuestro propio bien, y es beneficiosa, aunque podamos evitarla si tenemos una buena comprensión de ella, combinada con el deseo de hacer el bien."
Haciendo caso de estos síntomas, o indicaciones del Alma, es decir, armonizándonos con nuestra Alma, la salud se restaura por completo. Por lo tanto, toda enfermedad es debida a algún error psicológico que nuestra parte espiritual quiere que enmendemos.
Después de esto, Bach dio una explicación de lo que debería ser un hospital ideal: "…un santuario de paz, esperanza y alegría. Sin apuros; sin ruidos; completamente desprovisto de todos esos aterradores instrumentos y aparatos actuales; libre de olor de antisépticos y anestésicos; libre de todo aquello que sugiera enfermedad y sufrimiento".
Añadió después:
"El médico del mañana comprenderá que él, por sí mismo, no tiene poder para curar, pero que si dedica su vida a servir a sus hermanos, a estudiar la naturaleza humana, y así comprender en parte su significado, a desear de todo corazón aliviar el sufrimiento, y a renunciar a todo para ayudar a los enfermos, entonces podrá canalizar a través de él el conocimiento que los guíe y la fuerza curativa que alivie sus dolores. Y aún así, su poder y su capacidad de curar estarán en proporción a la intensidad de su deseo y de su voluntad de servir. Entonces comprenderá que la salud, al igual que la vida, pertenece a Dios, y solamente a Dios; que él y los remedios que usa son meros instrumentos y agentes del Plan Divino para ayudar a los que sufren a regresar a la senda de la Ley Divina.
El médico ya no tendrá interés en la patología, o la anatomía patológica, ya que sus estudios se centrarán en la salud. No le importará, por ejemplo, si una deficiencia respiratoria está provocada por el bacilo de la tuberculosis, el estreptococo o cualquier otro organismo; pero sí se preocupará intensamente por saber si el paciente está desarrollando equivocadamente su aspecto afectivo. Ya no se utilizarán los Rayos X para examinar una articulación artrítica, sino que se investigará la personalidad del paciente para descubrir la rigidez de su mente.
El pronóstico de la enfermedad ya no dependerá de signos y síntomas físicos, sino de la habilidad del paciente para corregir sus defectos y armonizarse con su vida espiritual…"
Así, el médico, según Bach, deberá ayudar al paciente a armonizarse con su parte divinal. De esta manera, no se tratará la enfermedad, sino al paciente mismo. Para esto, pueden ser de gran ayuda los remedios descubiertos por el mismo Bach:
"La acción de estos remedios se basa en elevar nuestras vibraciones, hacernos conocer los canales de recepción de nuestro Yo espiritual, colmar nuestras naturalezas con las virtudes que necesitamos, y hacer desaparecer de nosotros el defecto que nos está perjudicando…"